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Es el engrosamiento o fibrosis alrededor de uno de los nervios que discurren entre los huesos metatarsos del pie. Comúnmente se localiza entre el 3º y 4º dedo, aunque a veces se puede encontrar entre el 2º y 3º. Su incidencia es mayor en las mujeres que en los hombres, y puede aparecer a cualquier edad.
Estos nervios son los encargados de dar sensibilidad y motricidad al pie, y cuando alguno de ellos se ve oprimido de forma continua, se produce una irritación, que mantenida en el tiempo aumenta la presión en la zona produciendo inflamación y posteriormente fibrosis. Esto provocará dolor y pérdida de sensibilidad en los dedos del pie.
Las causas de esta patología pueden ser: usar zapatos apretados o de punta estrecha, usar tacones altos, deformidad de los dedos o problemas en la zona delantera del pie (juanetes y/o dedos en martillo), tener pies planos o con tendencia a pronación, caminar de puntillas o realizar deportes de salto continuado...
Los síntomas con los que el paciente suele acudir al médico son:
El médico para poder confirmar el diagnóstico, y no confundirlo con una metatarsalgia por sobrecarga, debe realizar una prueba radiológica: una ecografía de alta resolución o una resonancia magnética, ya que con una radiografía normal no es visible.
En el tratamiento inical se debe intentar eliminar la sobrecarga mecánica de la zona: utilizando una horma más ancha en el calzado, evitar el uso de tacones, usar plantillas personalizadas para descargar la zona del antepié y, ante todo, realizar reposo. Todo esto se debe acompañar con un tratamiento fisioterápico dirigido a desinflamar la zona y dar más flexibilidad al pie con el uso del frio, movilizar metatarsos, masajear la zona del antepié y estirar la planta del pie. Cuando se está en una fase muy aguda el médico puede aconsejar también antinflamatorios que pueden ser infiltraciones (no se realizan más de tres por año), o por vía oral. Este tratamiento suele ser efectivo en un 70% de los casos.
En los casos en el que el tratamiento conservador no mejora los síntomas, se debe plantear la cirugía, con el fin de aumentar el espacio alrededor del nervio (eliminando el tejido engrosado alrededor de éste), o eliminar parte del nervio.
Si el Neuroma de Morton no es tratado puede dar complicaciones con el paso del tiempo, impidiendo caminar e incluso causar otras patologías, a nivel de los miembros inferiores, por modificar la pisada para evita el dolor.
La osteoporosis es una enfermedad sistémica ósea. Se caracteriza por una disminución de la densidad ósea y un deterioro en el número y tamaño de las celdillas óseas. Provoca una mayor porosidad del hueso; éste se torna más frágil y menos resistente frente a cargas o traumatismos, aumentando el riesgo de sufrir fracturas. En la actualidad la mejoer técnica que exite para medir la masa ósea, y comprobar si padece osteoporosis, es la densitometría.
Esta enfermedad es asintomática y puede pasar desapercibida hasta que el paciente sufre una fractura ósea. Las fracturas más comunes son en las muñecas, las caderas y las vértebras. Es una enfermedad que puede afectar a cualquier persona, pero es más frecuente en personas mayores de 70 años, y en mujeres en sus primeros años después de la menopausia.
La osteoporosis aparece cuando se rompe el equilibrio existente entre la formación de hueso nuevo y la reabsorción de hueso envejecido (destrucción); ya sea porque disminuye la formación ósea o aumenta la reabsorción del mismo. Este desequilibrio se produce a medida que envejecemos, además intervienen otros factores de riesgo como: genéticos y hereditarios, hormonales (la menopausia en las mujeres), desnutrición, gran cantidad de ingesta del alcohol, tabaquismo, sedentarismo, toma de algunos medicamentos,...
La prevención de la osteoporosis es fundamental para evitar el avance de la enfermedad. Algunos consejos son:
Recientemente los expertos recomiendan a las personas mayores evitar el sedentarismo y seguir los consejos fisioterápicos para disminuir el dolor, las deformidades por las malas posturas y el riesgo de caídas por la pérdida del equilibrio.
Existe en la actualidad el Programa de Ejercicios Otago (OEP) implantado en Europa, América, Australia y Nueva Zelanda, así como en algunas partes de Asia; cuya finalidad es que las personas de la tercera edad realicen ejericios especifícos de fuerza y reentrenamiento del equilibrio, supervisados por un fisioterapeuta, para reducir las caídas y posibles fracturas. Se ha observado en varios estudios que la práctica de actividad física regular puede ayudar a incrementar la movilidad, la flexibilidad y fuerza muscular, reducir el dolor y mejorar la funcionalidad. El ejercicio puede ayudar a prevenir enfermedades como: la osteoporosis, hipertensión, enfermedades cardíacas, trombosis venosa profunda, ictus, etc.
La suma de todo ello: consejos para la prevención y el programa de ejercicios Otago proporciona un incremento de confianza, autoestima y disfrute, facilita el realcionamiento social y reduce el aislamiento y soledad que algunos mayores sufren.
El esguince de tobillo es una distensión, rotura parcial o total de los ligamentos.
Se produce por el desplazamiento hacia dentro o hacia fuera del pie (torcedura), distendiendo o rompiendo los ligamentos de la cara interna o externa del tobillo. Lo más común es que el pie se desplace hacia dentro, produciéndose una lesión en los ligamentos de la parte externa del tobillo.
En la mayoría de los casos el tobillo se lesiona en actividades diarias: laborales, deportivas o recreativas.
Cuando ocurre un esguince, los síntomas más frecuentes que le acompañan son: dolor, inflamación e inestabilidad. La aparición del dolor no es sinónimo de lesión grave; en cambio, la aparición rápida de inflamación sí que lo es; más aún si con ella va unida la aparición de una equimosis (hematoma). Normalmente la inflamación se sitúa por debajo de la zona lesionada, por el efecto de la gravedad.
Clasificación del esguince de tobillo, 3 tipos diferentes, dependiendo de la gravedad de la lesión:
El dolor de un esguince de tobillo es intenso y con frecuencia impide que el individuo pueda trabajar o practicar su deporte durante un periodo de tiempo variable. En cambio si recibe un tratamiento fisioterápico apropiado, junto con un periodo adecuado de recuperación del mismo, el tobillo en la mayoría de los casos se recuperará de la lesión evitando que se convierta en un problema crónico, (un tobillo inestable y propenso a sufrir nuevos esguinces en la misma zona).
En fase aguda el tratamiento básico depués de sufrir un esguince es:
Pasados unos días con el tobillo vendado desde el primer día y con el conveniente reposo, se puede empezar a realizar sesiones de fisioterapia. El objetivo de la rehabilitación es disminuir la inflamación, movilizar y decoaptar el pie y tobillo, reestablecer la estabilidad de los ligamentos y fortalecer los músculos que lo rodean.
Para ello el fisioterapeuta se servirá del drenaje linfático, de las manipulaciones y movilizaciones del tobillo, del masaje trnasversal profundo (Cyriax) sobre el ligamento, electroterapia, ejercicios isométricos e isotónicos concéntricos, ejercicios de propiocepción y estiramientos de los músculos. También es importante involucrar al paciente en su propia recuperación mandándole una serie de ejercicos a realizar en casa para ayudar en la progresión de su recuperación.
El bruxismo es una disfunción mandibular, conocida como rechinar de dientes, que se produce durante el día y durante la noche; siendo en éste último periodo donde es más difícil de controlarlo.
Los pacientes bruxistas aprietan fuertemente los dientes superiores contra los inferiores, deslizándolos hacia delante y atrás, y viceversa, de forma inconsciente, provocando el desgaste de las piezas dentarias. Esta dinsfunción no siempre se detecta fácilmente: suele ser el dentista en una revisión rutinaria, o con el aumento de dolor repentino de la Articulación Temporomandibular (ATM), o porque alguna persona del entorno detecta el ruido del rechinar de los dientes durante el sueño.
Las causas que originan el bruxismo no se conocen suficientemente; en la actualidad los especialistas apuntan al estrés como el principal desencadenante. Otros factores que influyen en su aparición son: el tipo de alimentación del paciente, los hábitos de sueño, la postura, la alineanción de las piezas dentarias,...
No todos los pacientes con bruxismo presentan los mismos síntomas. Los más comunes son:
En personas propensas a tener bruxismo se ha demostrado que la reducción del estrés y la ansiedad pueden disminuir esta disfunción.
Los objetivos del tratamiento son: reducir el dolor y la inflamación de la zona, prevenir el desgaste dental y los daños permanentes en la mandíbula y disminuir lo más posible el rechinar de los dientes.
Para evitar el desgaste continuo de los dientes se aconseja utilizar una férula de descarga, ajustada al paciente, mientras duerme. Esta férula, hecha por un especialista, debe usarse de forma continua, ya que ayuda a reeducar los músculos de la boca, facilitando la relajación y ayudando a evitar el dolor mandibular. No obstante, las férulas no resuelven el problema y, aunque eliminen el dolor, si se deja de usar éste volverá a aparecer.
Por otro lado existen algunas medidas para aliviar el dolor: evitar comer alimentos duros y dulces, aumentar la ingesta de Omega 3, realizar ejercicios de relajación para disminuir el estrés, masajear la zona afectada, aplicar hielo en el área del dolor, beber mucha agua y, si fuese necesario, realizar una ortodoncia para alinear los dientes. La cirugía solo se realiza cómo último recurso.
Aunque el bruxismo no es un problema grave puede llegar a causar lesiones dentales permanentes y dolores en la mandíbula a largo plazo.
Desde la fisioterapia existe una rama especializadda en el tratamiento de la ATM, que consiste en aliviar y disminuir el dolor e inflamación de los músculos que se acortan por la tensión generalizada de la zona. Para ello se trabaja desde la terapia manual utilizando: masaje, técnicas inhibitorias, estiramientos, movilizaciones de la ATM, etc.
Un abordaje completo sobre el bruxismo debe considerar todos los aspectos que influyen en él. Por tanto, se aconseja un trabajo interdisciplinar con varios especialistas (odontólogo, psicólogo, fisioterapeuta, nutricionista...) que puedan actuar sobre la mordida, el estrés y el dolor del paciente.
El nervio mediano pasa por el túnel carpiano, un espacio delimitado por los huesos de la muñeca y el ligamento carpiano (retináculo flexor). Si alguna estructura del túnel (tendones de la musculatura flexora y extensora de los dedos) aumenta su volumen, el nervio se ve presionado.
El nervio mediano es el encargado de dar sensibilidad y moviemiento en la zona del dedo pulgar. Incluyendo la palma de la mano, el dedo pulgar, índice, medio y parte lateral del dedo anular más próxima al dedo pulgar.
El nervio mediano se ve atrapado o presionado en el túnel del carpo, cuando éste es demasiado pequeño o los tendones que discurren junto a él se inflaman. La inflamación puede ser causada por: movimientos repetitivos de la mano y muñeca, uso de herramientas que provocan vibración, artritis reumatoide, retención de liquidos por embarazo o menopausia, fracturas de los huesos de la muñeca, infecciones, etc.
Este atrapamiento del nervio mediano provoca los siguientes síntomas: dolor (tipo quemazón) en muñeca y palma de la mano; pérdida de sensibilidad y fuerza de la mano; entumecimiento y hormigueo en los dedos pulgar, índice y mediano; debilidad y torpeza en la mano a la hora de agarrar algún objeto; disminución de la motricidad fina de los dedos; y atrofia de la musculatura en casos graves.
La evaluación, por parte de un fisioterapeuta, requiere realizar un cuidadoso examen físico del paciente y su historia. Para ello nos valemos de las pruebas de Phalen y Tinel, además de evaluar la fuerza y los diferentes moviemientos de la muñeca y dedos. Es de gran ayuda realizar exámenes médicos como una radiogrfía de la muñeca, electromiografía (EMG) y estudio de conducción nerviosa del nervio mediano (ECN) para comprobar hasta qué punto está afectado el nervio mediano.
El tratamiento fisioterápico, se realiza cuando el atrapamiento del nervio es leve, para evitar que se agrave. El fisioterapeuta debe asesorar al paciente en su trabajo y sus rutinas diarias para evitar la flexión y extensión máxima de la muñeca. A veces se aconseja el uso de elementos ergonómicos, como la férula nocturna, almohadillas para teclados,... para mantener una postura correcta de la articulación. Dentro del tratamiento se realizan estiramientos pasivos y activos de la muñeca, ejercicios de fortalecimiento de la musculatura, movilizaciones del nervio mediano (neurodinámia) y aplicación de compresas frías en la zona.
En el caso, de que sea un atrapamiento grave del nervio, el médico debe valorar la posibilidad de realizar inyecciones de costicoesteroides para disminuir la inflamación o incluso la cirugía, donde se secciona el ligamento carpiano que atrapa al nervio.
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