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En el cuerpo existen circuitos de distribución del agua; un circuito de filtración: el arterial, irriga sangre desde el corazón hacia todas las células del organismo. Y dos circuitos de evacuación o reabsorción, el venoso (sangre) y el linfático (linfa) que recogen los desechos del metabolismo desde las células hasta el corazón. Resumiendo, nuestro cuerpo se alimenta, regenera y limpia gracias a estos tres sistemas, los cuales caminan muy cerca el uno del otro, siendo el sistema venoso y linfático casi paralelos. A nivel fisiológico existe más filtración que reabsorción.
El sistema linfático se compone de una red de capilares linfáticos, precolectores, colectores y nodos o ganglios linfáticos. Lo que el sistema linfático porta es la linfa, la cual desemboca en las venas que llegan al corazón. Existe una red linfática superficial y otra profunda.
La linfa está compuesta en su mayoría de macroproteínas, y agua. Procede de la sangre y circula por los vasos linfáticos haciendo de intermediario en los cambios nutritivos entre la sangre y los tejidos.
La función del sistema linfático es:
Cuando se da un desequilibrio, entre el aporte de líquido producido por la filtración y la reabsorción de este mismo, se produce el edema. En un estado normal, fisiológico, aun siendo la filtración mayor que la reabsorción, el cuerpo consigue evacuar o drenar los desechos. Pero cuando existe una obstrucción en la evacuación de estos desechos aparece el edema (los tejidos se llenan de líquido, aumenta la presión intratisular y la piel se distiende).
Existen dos tipos de edema:
El tratamiento a realizar según la Sociedad Europea de Linfología sobre el edema es:
En clínica Lenira Santolaya realizamos el Drenaje Linfático Manual, según el método Leduc, el cual trabaja con dos tipos de maniobras:
Trabajamos según este método porque cuenta con el aval de diferentes publicaciones y estudios, que comprueban su eficacia, a través de linfo-gammagrafias. El profesor Albert Leduc es el creador del método e impulsor del grupo Europeo de Linfología.
La especialización en uro-ginecología dentro de la fisioterapia es bastante reciente en España, en relación a otros países europeos. Esta especialización se ocupa de la prevención y tratamiento de las disfunciones relacionadas con el periné. Es un tratamiento indoloro que da muy buenos resultados.
Por desgracia hay muchas personas que desconocen qué es el suelo pélvico; no saben situarlo en su propio cuerpo (no tienen conciencia de él) y, por lo tanto, no lo controlan. Hay que entender que el suelo pélvico tiene un papel muy importante en nuestra salud y bienestar.
El suelo pélvico es un conjunto de músculos que van desde el coxis hasta el pubis, que cierra la cavidad abdominal por su parte inferior, con forma de hamaca, sosteniendo la vejiga, vagina y recto (entre otras vísceras). Cada músculo del periné tiene una función específica, pero en conjunto, podemos hablar de tres funciones principales:
La alteración más frecuente del suelo pélvico es su hipotonía: su forma de hamaca cambia, abombándose más, y dejando de realizar sus funciones de sujeción de los órganos y cierre de los conductos. Algunos de los factores de riesgo que pueden dañar o debilitar nuestro suelo pélvico son: el embarazo y el parto, la menopausia y/o envejecimiento, el estreñimiento, trabajos que requieran grandes esfuerzos, una postura incorrecta, la realización de deportes de impacto, la obesidad, cirugías previas en la musculatura del periné,... De aquí la importancia no sólo del tratamiento, sino también de la prevención.
El debilitamiento del suelo pélvico puede provocar:
El tratamiento fisioterápico del suelo pélvico nos puede ayudar en los siguientes casos:
Para reforzar tu suelo pélvico y evitar cualquiera de los trastornos que hemos mencionado anteriormente puedes realizar:
Es recomendable acudir a un fisioterapeuta especializado, quien valorará la situación de nuestro periné y nos dará las pautas más adecuadas para mantener la salud del mismo. No nos conformemos con llevar compresas o salvaslip ante la incontinencia urinaria. Actualmente hay solución a este problema gracias a las últimas técnicas de fisioterapia de suelo pélvico.
A menudo los pacientes vienen con dolor en la zona lumbar, glútea o en las piernas, siendo provocado muchas veces por lo que los fisioterapeutas llamamos síndrome piramidal o falsa ciática. Éste síndrome se manifiesta en espasmos o contracturas del músculo piramidal o piriforme, provocando una irritación en el nervio ciático.
El músculo piramidal es un músculo pequeño ubicado en la parte profunda de las nalgas, detrás del glúteo mayor. Va desde la cara anterior del sacro hasta el trocánter mayor del fémur. Este músculo, como el resto de pelvitrocantéreos, tiene acción estabilizadora y amortiguadora en la carrera y en la marcha. Cuando observamos el piramidal de forma aislada, y la cadera está en extensión, actúa como rotador externo de la pierna. En cambio, si la cadera esta flexionada, el músculo se convierte en abductor del fémur.
Las causas más frecuentes de la falsa ciática son: sobrecarga del músculo (por actividades pesadas o del alta intensidad física), alteraciones en la marcha y malos hábitos posturales (por permanecer largos tiempos de pie o sentados), y traumatismos directos en la zona de la pelvis.
A menudo los síntomas de esta patología son: dolor local en la zona glútea, dolor referido en lumbar, dolor profundo en la cadera, entumecimiento y hormigueo en la zona posterior del muslo, sensación de tensión isquiotibial, rigidez y debilidad.
La clínica de este síndrome puede confundirse con una radiculopatía L5-S1, debido a una patología discal y/o artropatía facetaria de las últimas lumbares con estrechamiento foraminal; por esa razón sería necesario un correcto diagnóstico a través de un examen físico y pruebas de imagen.
Una vez valorada la situación del paciente, el fisioterapeuta dispone de diversas técnicas para el tratamiento adecuado: ejercicios de elongación del piramidal y musculatura isquitobial, terapia con calor y/o frio, terapia manual, electroterapia, punción seca, trabajar la biomecánica del paciente... En ocasiones podría ser necesario un tratamiento médico.
Después de posibles excesos, con motivo de las fiestas navideñas, es conveniente prestar atención a nuestra dieta. Un dieta sana es la que reúne la cantidad adecuada de nutrientes para el mantenimiento y regeneración del organismo. Conviene evitar, o rebajar considerablemente, el consumo de azúcar, alimentos procesados industrialmente (grasas trans o saturadas), lácteos, trigo... Lo que comemos a lo largo del día puede resultar una medicina natural o un tóxico para nuestro organismo.
Para tener una dieta básica sana debemos introducir: fibra, vitaminas y minerales (fruta y verdura); hidratos de carbono complejos (cereales integrales, pan, pasta, arroz integral, patatas, legumbres); aceites y grasas de calidad (aceite de oliva, pescados azules) y proteínas de calidad. Diariamente se debe consumir frutos secos, semillas, especias, hierbas aromáticas, ajo y cebolla, ya que estos nutrientes son antibacterianos, antifúngicos, antiinflamatorios, anticancerígenos... naturales.
Para ello debemos saber que la mejor nutrición para nuestro organismo es la ingesta de los nutrientes de temporada y locales de nuestra región. Debemos también ser conscientes que realizar las comidas en compañía y en las mismas horas nos ayuda no solo a disfrutar de una alimentación sana sino de tener nuestro organismo a punto para asimilar y digerir lo que comemos. La hidratación diaria de agua o infusuines es, junto con lo anterior, la base de una dieta sana y equilibrada. Para tener una salud correcta debemos introducir diariamente una hora de ejercicio físico regular para divertirnos. Todo ello se observa en la actual pirámide de la dieta mediterránea.
Además, es importante saber que una dieta sana, es una dieta variada; con la ingesta de apenas uno, dos o tres nutrientes corremos el riesgo de enfermar con más rapidez. El exceso de proteína animal podrá perjudicar el funcionamiento del riñón; el abuso de hidratos de carbono dañará el páncreas; y el consumo frecuente de grasas provocará que nuestro hígado y vesícula biliar sufran.
"Nos alimentamos de lo que asimilamos y digerimos, no de lo que comemos"
Algunos pacientes confunden Artrosis, con Artritis. Las dos patologías afectan a las articulaciones; pero cada una de ellas afecta a una parte diferente de la articulación, provocando complicaciones o problemas distintos.
A continuación presentamos algunas orientaciones esperando contribuir a una mejor comprensión de cada una de estas patologías y sus diferencias.
La artrosis es una patología producida por la degeneración del cartílago. Éste se encuentra en los extremos óseos, formando parte de las articulaciones. La función del cartílago es permitir un correcto funcionamiento de la articulación, amortiguando y previniendo la erosión por deslizamiento entre los extremos óseos.
El cartílago articular se puede ver afectado y deteriorado por: envejecimiento, uso excesivo, lesiones sufridas en la articulación, sobrepeso, y la escasa capacidad de regeneración de los cartílagos.
Cuando el cartílago se lesiona, comienzan los síntomas más frecuentes: dolor, rigidez articular e impotencia funcional (limitación de movimientos). Las articulaciones más afectadas son la columna cervical y lumbar, el hombro, los dedos de las manos, la cadera, la rodilla y la primera articulación del primer dedo del pie.
En España, según la Sociedad Española de Reumatología, la artrosis afecta a un 10% de la población en general.
La artritis es una patología que provoca la inflamación de la membrana sinovial. Ésta, recubre y alimenta los cartílagos y tejidos adyacentes de la articulación. A veces, puede no solo afectar a la membrana sinovial sino que puede también afectar a algunas vísceras como el corazón, pulmón o riñón. Por eso se la considera una enfermedad sistémica.
La inflamación articular es la consecuencia de la invasión de la membrana sinovial por células inmunitarias que la dañan. Por eso se cataloga como enfermedad autoinmune. La causa de ello aún es desconocida.
Esta enfermedad presenta síntomas como: dolor, hinchazón y pérdida de movimiento. Si la inflamación se mantiene y no se controla puede llegar a deformar la articulación limitando algunas actividades de la vida diaria. Ocasionalmente, cuando se produce un brote agudo, puede acompañarse de febrícula, cansancio y pérdida de apetito. Las articulaciones más afectadas son: manos y muñecas, pies y tobillos, codos, rodillas, caderas y hombros.
En España, según la Sociedad Española de Reumatología, hay más de 200.000 personas con artritis y cada año se diagnostican 20.000 nuevos casos.
En ambas enfermedades, los pacientes deben estar diagnosticados y supervisados por el reumatólogo, el cual prescribirá la medicación necesaria para cada caso.
Los pacientes para mejorar su calidad de vida deben tener una dieta equilibrada, mantener una higiene postural correcta, no sobrecargar la articulación afectada en su día a día y realizar reposos cada cierto tiempo.
El principal objetivo del fisioterapeuta, tanto en la artrosis como en la artritis, es aliviar el dolor, mejorar la amplitud articular y pautar ejercicios que permitan mantener el cuerpo en las mejores condiciones posibles para mantener una buena calidad de vida.
En éste centro de fisioterapia, trabajamos decididamente para aliviar los síntomas que presentan los pacientes con estas enfermedades. Para cualquier información no dude en ponerse en contacto con nosotros en Avenida de Colón 37, bajo. Logroño.
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