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Clínica Lenira Santolaya

 
 

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La periostitis tibial es la inflamación del periostio o membrana de tejido conectivo que recubre el hueso de la tibia. Esto se produce por la tracción de los músculos tibiales sobre su insercción ósea al impactar el pie contra el suelo. Suele aparecer en pleno desarrollo de la actividad física como una leve quemazón que va en aumento conforme progresa el esfuerzo. El dolor es el síntoma principal y se localiza generalemente en la zona central e interior de la tibia (espinilla); la sensación es como tener un cardenal en dicha zona. Existe la periostitis tibial anteior (más común) y la posterior.

Esta inflamación puede deberse a:

  • Sobrecarga por una actividad física.
  • Un trauma directo sobre la tibia.
  • Uso de un mal calzado (que no amortigua ni absorbe el impacto).
  • Pie en pronación (que fuerza a la musculatura del tibial posterior, cuya función es la supinación del pie).
  • Técnica incorrecta de carrera.

Es una lesión típica del corredor, y se produce en periodos en los que los corredores aumentan su carga de entrenamiento, ya que existe una tracción y vibración constante sobre el periostio, por el impacto del suelo.

La periostitis es fácil de dectectar. Al comenzar a correr, en el impacto del pie contra suelo, se nota un pinchazo en la zona de la tibia, que va progresando poco a poco; suele notarse también, al andar o subir escaleras.

La recuperación de una periostitis tibial se basa en:

  • Reducir la carga de trabajo físico (disminuyendo la intensidad del ejercicio y evitar entrenamientos fraccionados).
  • Evitar correr en superficies duras (asfalto, cinta de correr, etc).
  • Reposo si fuese necesario.
  • Calentar la musculatura antes y estirar después de la actividad física.
  • Aplicar frío local, sobre todo tras realizar algún ejercicio físico.
  • Vendar la zona dolorida con esparadrapo no elástico o usar medias de compresión (para atenuar la vibración en el momento del impacto contra el suelo).
  • Uso de un calzado correcto (que amortigüe el impacto).
  • Evitar colocarse caloren la zona.
  • Aplicar un apomada antiinflamatoria en la zona d ela inflamación.
  • Acudir al fisioterapeuta.

El fisioterapeuta ayudará a relajar la musculatura hipertónica y aliviar la zona del dolor. Además, en caso de tener una incorrecta técnica de carrera, será esencial estudiarla y modificarla, porque si no recaerá constantemente en la misma lesión. En algunas ocasiones es necesario el uso de una plantilla para mejorar la pisada (recetada por el podólogo). También deberá prestar atención a traumas anteriores, que haya podido sufrir el corredor (esguinces de tobillo, golpes en la tibia...), ya que pueden haber alterado las fibras del tejido conectivo.

 

 
 
 

En la columna vertebral existen algunas curvas que son fisiológicas, normales: en la zona cervical y lumbar es la lordosis; mientras que en la zona dorsal es la cifosis. Estas curvas se disponen en el plano antero-posterior (hacia delante y atrás) de la columna. La escoliosis, en cambio, es una curvatura patológica, anormal, de la columna vertebral cuando se presenta de forma exagerada. Ésta curva se produce normalmente en un plano frontal, provocando una rotación y/o desviación hacia los lados, resultando una curva en forma de "C" o de "S", dando lugar dentro de la curva a una zona cóncava y otra convexa.

La escoliosis con mayor frecuencia afecta a las niñas y empeora durante el período de crecimiento rápido. Se cree que hay un factor hereditario predisponente.

Los tipos de escoliosis, según su causa, son:

  • Idiopática: se desconoce el origen. Es la escoliosis más común, en torno al 80% de los casos. Se divide en 3 subtipos según la edad en que aparece: infantil (antes de los 3 años), juvenil (desde los 4 años hasta los 10 años) y adolescente (desde los 11 años hasta los 18 años).
  • Congénita: aparece por una malformación durante el embarazo. Se produce cuando las vértebras o costillas no se forman correctamente.
  • Neuromuscular o miopática: está asociada a trastornos del sistema nervioso o muscular, por ejemplo: en pacientes con espina bífida, parálisis cerebral, distrofia muscular, polio,...
  • Degenerativa: es la más común en personas mayores, se diagnostica pasados los 50 años, y es debido al desgaste de las vértebras.

La escoliosis provoca deformaciones en:

  • Las vértebras. Tienden a formar una cuña, pudiendo, en el lado cóncavo de la curva, estrecharse los agujeros vertebrales por donde salen los nervios raquídeos.
  • Las costillas. Se deforman por la inclinación de las vértebras: en el lado convexo de la curva se separarn entre sí y en el lado cóncavo se aproximan. 
  • Los discos intervertebrales. En el lado cóncavo se aplastan, mientras que en el convexo se descomprimen.
  • Los ligamentos. En el lado cóncavo de la curva aparecen más engrosados y en lado convexo se encontraran distendidos.
  • Los músculos. Del lado cóncavo se muestran acortados, y en el convexo sobreestirados.

Todo ello provocará un cambio postural, donde encontraremos una cadera y/u hombro  más alto de un lado que otro, una curva inclinada más hacia un lado de las vértebras, dolor de espalda y debilidad de la columna que no permite estar mucho tiempo de pie o sentado. Hay que tener en cuenta también el aspecto físico, que suele afectar a la autoestima del paciente.

Es importante detectarla cuanto antes, para evitar mayores deformaciones que perjudicarían el sistema cardio-respiratorio y dificultarían la movilidad. Los médicos, una vez detectada, suelen volver a examinar el paciente cada 6 meses, para poder controlarla. Hoy en día se hacen exámenes médicos en la mayoría de los colegios públicos, para detectar o prevenir posibles casos de escoliosis.

Los aspectos más importantes que se evalúan son el grado de inclinación, la rotación de las vértebras y la edad de inicio. Ya que cuanto mayor sea el grado de desviación de la columna mayor serán las complicaciones; y si, además aparece en edades muy tempranas, el pronóstico empeora porque, con el crecimiento, la inclinación de la curva tiende a aumentar.

Para poder diagnosticarla se realiza un examen físico. Y para confirmar el diagnóstico se hacen radiografías de la espalda del paciente en bipedestación. A veces, se pide también una resosnacia magnética de la columna. Gracias a la radiografía se puede medir el grado de la curvatura de la columna; esta medición se realiza gracias al ángulo de Cobb. Según este ángulo, la escoliosis puede ser leve (menor o igual a 20 grados), moderada (entre 20 y 35 grados) y grave (a partir de los 40 grados).

En pacientes, con escoliosis leve, se puede detener la desviación con ejericios de espalda y una correcta postura. En cambio, pacientes con una escoliosis moderada, necesitan tratamiento de fisioterapia y, quizás, el uso de un corsé ortopédico. Sin embargo, para un paciente que presente una escoliosis grave, la mejor opción es la cirugía.

Los corsés ortopédicos pueden ser traumáticos para la mayoría de los niños. El uso de ellos es de unas 20 horas al día. Actualmente están realizados con materiales que pesan poco, están adaptados al paciente y se colocan por debajo de la ropa. Su función es mantener la curva para que no empeore a medida que el niño crezca. Igual de importante, que usar el corsé, es fortalecer la musculatura de la espalda; porque, si no, una vez que se retire éste, la curva empeorará. El corsé es retirado por el médico o traumatólogo, de forma progresiva cuando el creciemiento del niño haya finalizado.

Para fortalecer y mejorar la desviación de la escoliosis, la fisioterapia ayuda mucho, ya sea con: ejercicios personalizados de Pilates, ejercicios Klapp, reeducación postural (RNP) o ejercicios de la Escuela de Espalda.

Si la escoliosis es grave, la cirugía es la mejor elección. Esta consiste en colocar tornillos, varillas, alambres e injertos de hueso, para ayudar a corregir y mantener las vértebras en una correcta posición. Después de ésta, el tratamiento fisioterapéutico es esencial, pues le ayudará con los moviemintos de traslado de la cama, caminar, subir escaleras, etc. La actividad en general se limita durante los primeros 6 meses ya que se debe asegurar que la curación está avanzando, la cual no será completa hasta los 2 años.

 

 
 
 

El tendón es la estructura fibrosa que une el músculo al hueso, permitiendo la movilidad articular. Tendinitis se llama a la lesión del tendón, y se caracteriza por la inflamación, irritación e hinchazón del mismo. Tendinosis se llama a la degeneración del tendón.

Cuando el tendón se inflama, aparece una tendinitis. Si ésta permanece en el tiempo se convierte en tendinosis, apareciendo roturas fibrilares del tendón, seguidas de una formación desordenada y anárquica de fibras, dando lugar a tendones más frágiles y débiles que pueden terminar en roturas tendinosas.

Los tendones que sufren este tipo de afectación con mayor frecuencia son: los del codo (epicondilítis y/o epitrocleítis), del talón (tendinitis aquílea), de la rodilla (tendinitis de la pata de ganso y/o rotuliano), del hombro (tendinitis del supraespinoso y/o del manguito rotador) y de la muñeca (tendinitis De Quervain).

La tendinitis una vez detectada debe tratarse lo antes posible, para prevenir una tendinosis, ya que son lesiones más recidivas y latosas.

Para prevenir la tendinitis en general se debe:

  • Evitar movimientos repetitivos de una articulación.
  • Disminuir la sobrecarga muscular de la zona.
  • Mantener los músculos fuertes y flexibles.
  • Calentar la musculatura antes de realizar algún deporte de impacto.
  • Respetar los tiempos de descanso y reposo.

Para una prevención más específica, pondremos especial atención: 

  • Los hombros: evitar realizar actividades que requieran mantener los brazos por encima de la cabeza por largos periodos.
  • Los codos: no agarrar con fuerza herramientas y/o lápices y evitar movimientos repetitivos de las manos y dedos.
  • Las muñecas: evitar repetir los mismos movimientos de las manos durante largos periodos y realizar descansos frecuentes. No usar sólo la muñeca o mano para realizarlos, sino usar la fuerza del antebrazo o brazo.
  • Las rodillas: no permanecer largos periodos sentados ni arrodillados. Fortalecer la musculatura de los cuádriceps.
  • Los pies y tobillos: usar calzado cómodo y usar plantillas adecuadas si fuesen necesario.

Existen diversos factores causantes de la tendinitis: 

  • Lesión sobrevenida por la práctica deportiva.
  • Movimientos repetitivos.
  • Sobrecarga o distensión muscular.
  • Mantener una posición incorrecta o anómala de una articulación.
  • Compresión del tendón.
  • Enfermedades: diabetes, artritis reumatoide, gota, psoriasis...
  • La edad, por la pérdida de elasticidad.

Los síntomas de la tendinitis y/o tendinosis son:

  • Dolor e inflamación en el tendón, sobre todo cerca de la inserción del hueso.
  • Dolor que empeora al realizar determinados movimientos o esfuerzos.
  • Dolor por las noches y rigidez por las mañanas.
  • Disminución del rango de movilidad.
  • Sensibilidad y enrojecimiento en la zona.
  • Disminución de fuerza muscular.

El objetivo del tratamiento es aliviar el dolor, reducir la inflamación y recuperar la capacidad funcional de la zona.

El tratamiento médico consiste en la combinación del uso de antiinflamatorios no esteroideos y de férulas ortopédicas, para ayudar en el descanso de la zona. También es frecuente el uso de infiltraciones en el tendón.

Desde el puto de vista fisioterapéutico, se utilizan diferentes técnicas: aplicación de frío o  calor, ultrasonido, electroterapia, técnica de cyriax, masaje y estiramientos musculares, y ejercicios de reeducación postural.

Normalmente los síntomas mejoran con el tratamiento y el reposo. Si la lesión fue causada por una sobrecarga, se deben cambiar los hábitos de trabajo para evitar que reaparezca.

 

 

 

 

 

 
 
 

Es una técnica innovadora en el tratamiento físico y local del suelo pélvico. Los ginecólogos la están empezando a utilizar para prevenir y tratar la atrofia vaginal y sus consecuencias. Es una técnica ambulatoria, sin cirugía, indolora y mínimamente invasiva; y permite estimular la producción de colágeno en la zona vaginal, ayuda a tensar y tonificar los músculos, mejora la hidratación de las paredes vaginales y alivia los síntomas de la atrofia vaginal.

La atrofia se caracteriza por una disminución del espesor de la mucosa genital. Y es el resultado del déficit de producción de estrógenos en la menopausia o tras un tratamiento prolongado como la quimioterapia, terapia de radiación o terapia hormonal.

Algunos de los síntomas de la atrofia vaginal son:

  • Incontienencia urinaria leve de esfuerzo (IUE).
  • Disminución del moco y lubrificación vaginal.
  • Prurito o picor por escasa lubrificación.
  • Dispareunia (dolor durante las relaciones sexuales).

El láser intravaginal provoca un estímulo térmico en la mucosa de las paredes de la vagina, generando en ellas unas microlesiones imperceptibles y, facilitando:

  • La neocolagénesis (proliferación de colágeno y tejido conjuntivo en el epitelio).
  • La reorganización de los componentes de la mucosa.
  • La neovascularización capilar.

De esta forma conseguimos una mucosa más espesa y más tónica y menos laxa. Todo ello permite una mejora lubrificación e hidratación de la misma, restableciendo el pH vaginal. El láser solo actúa en las capas superficiales de la piel, evitando dañar los tejidos circundantes. Con la primera sesión se inicia la regeneración que dura varias semanas, aunque la estimulación es inmediata y se perciben las mejoras desde el primer momento.

El tratamiento dura aproximadamente unos 20 minutos en los cuales se aplican, de forma consecutiva, pulsos con el haz del láser. El tratamiento puede producir una ligera sensación de calor durante su aplicación. Es conveniente ralizar 3 sesiones sucesivas con un intervalo entre 4 a 6 semanas, y posteriormente una de recordatorio anual. Después de la aplicación se puede hacer vida normal aunque, en las primeras 48 horas, se recomienda no mantener relaciones sexuales con penetración vaginal, ni realizar ejercicio físico muy intenso en el mismo día de la sesión.

El tratamiento está indicado en las mujeres que estén en la menopausia, mujeres que hayan pasado por un tratamiento oncológico o en el postparto. Quedan excluidas pacientes que presenten una infección vaginal aguda no tratada, o que padezcan un prolapso urogenital del grado II o III.

Se trata de una técnica muy segura aunque, como en toda actuación médica, existen posibles riesgos como: alergia a alguno de los productos empleados, lesiones térmicas secuandarias al uso por parte de la paciente de la medicación fotosensible, e infecciones vaginales secundarias a la manipulación vaginal.

 

 

Desde ésta clínica estamos colaborando con el ginecólogo Dr. Esteban Campeny , en la aplicación de ésta técnica.

 

 
 
 

El método Pilates fue creado por el alemán Joseph Hubertus Pilates (1880-1967), muy enfermizo durante su infancia: sufría de asma, raquitismo... Esto le motivó a desarrollar una disciplina de acondicionamiento físico y mental, combinando elementos de yoga, fisioculturismo, artes marciales, del comportamiento de los animales, conocimientos del ejercicio físico y anatomía. Creó así un método de ejercicio físico para el cuerpo y la mente, con movimientos suaves y constantes. A éste método le dio el nombre de contrología. Actualmente se le conoce como método Pilates.

En 1926 abrió su primer estudio, junto con su esposa, en Nueva York. Al principio fue muy demandado por el mundo de la danza y deportistas de élite y, poco a poco, se ha ido extendiendo entre la población general; esto se debe a que es una disciplina que permite ponerse en forma, rehabilitar lesiones y entrenar a fondo de modo suave y completo.

Los beneficios de Pilates son varios:

  • Trabaja la armonía de cuerpo y mente.
  • Consigue un equilibrio muscular, reforzando los músculos débiles y alargando los músculos acortados.
  • Aumenta el control, la fuerza y la flexibilidad.
  • Mejora la coordinación y equilibrio del cuerpo.
  • Ayuda a tomar conciencia de nuestro propio cuerpo.
  • Favorece la corrección postural.
  • Controla la asimetría muscular y articular.
  • Mejora el rendimiento deportivo.
  • Alivia dolor y fatiga.

Los principios fundamentales del método Pilates son:

  • Centralización: todo el trabajo empieza a partir del centro, core, y continúa hacia el resto del cuerpo. Este centro se sitúa entre la base de las costillas y la parte inferior de la pelvis; es como una faja que envuelve el centro de gravedad del cuerpo.
  • Concentración: la mente guía al cuerpo en Pilates; por lo que se necesita una absoluta concentración para sacar mayor beneficio de los ejercicios. Para ello, es necesario tener conciencia de todas las partes de nuestro cuerpo, y así poder realizar ejercicios precisos y perfectos.
  • Control: al realizar ejercicios desde el centro, y con absoluta concentración, conseguimos el control necesario para evitar que los malos hábitos o la gravedad nos lleven a patrones de movimientos erróneos. Para realizar los ejercicios necesitamos control del cuerpo en movimiento, de la mente sobre el cuerpo y del patrón de respiración.
  • Precisión: prima la calidad frente a la cantidad. Es mejor realizar menos repeticiones de los ejercicios, y hacerlos de forma controlada y precisa, que realizar muchas repeticiones y perder la concentración y control de los mismos.
  • Respiración: saber "respirar", para Joseph, es fundamental, ya que nos ayuda a oxigenar el cuerpo. La respiración en Pilates esta preestablecida en cada ejercicio, para facilitar la ejecución del mismo. La respiración puede organizarse generalmente en dos o cuatro tiempos, dependiendo del nivel de la persona que lo practica. Una correcta respiración nos aportará resistencia.
  • Fluidez: se entiende como ritmo; necesario durante cada ejercicio y en las transiciones entre ejercicio y ejercicio. No debe ser excesivamente rápido, pues perderíamos el control, ni demasiado lento ya que aumentaríamos el riesgo de provocar lesiones.

Conceptos básicos a la hora de realizar los ejericios de Pilates:

  • Activar el centro o core. Para ello se activa el músculo transverso profundo y el suelo pélvico, cerrando los esfínteres y llevándolos junto al ombligo hacia arriba y hacia dentro; y así lograr alargar la zona lumbar, tener una correcta poscición de la pelvis y una buena estabilización.
  • Llevar el mentón hacia el pecho, sin forzar la flexión cervical, siempre que se realicen ejercicios en los que se eleve la cabeza, para evitar tensiones cervicales.
  • Mantener la autoelongación o autocrecimiento constante en todos los ejercicios, para trabajar la musculatura postural y mejorar ésta.
  • Articular vertebra a vertebra, de forma suave y gradual. Conseguimos así, más movilidad en todas las vértebras, fortalecemos la espalda y evitamos lesiones.

Existen dos tipos de Pilates fundamentales:

  • Pilates suelo o en conchoneta (MAT): los ejercicios se realizan sobre una colchoneta. Este tipo de Pilates permite el uso de algunos materiales para hacer las sesiones más variadas, divertidas e intensas (pelota de bobath, balones, aro, bandas elásticas, foam roller...). Estos materiales se van agregando a medida que los alumnos avanzan adquiriendo más nivel en la práctica del Pilates.
  • Pilates con máquinas: se ejecutan los ejercicios sobre diferentes maquinas (Reformer, Cadillac, barriles de Pilates...) Para poder realizarlos se necesita una buena condición física, ya que requieren fuerza, flexibilidad y equilibrio.

El método Pilates está muy recomendado para mantener una buena forma física, como también, para tratar algunas patologías. Su ejecución debe ser de forma progresiva, cuidando siempre una correcta postura y trabajando desde el centro.

 

 

 
 

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